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DIA TERCERO. 183 dote debe serjusto, humilde, puro, devoto, modesto y caritativo para representar debidamente á Jesu- c¿hristo, 4 la Iglesia universal, y cumplir con el mé nisterio que exerce sobre el altar? ¡O Dios eterno y soberano, y quánto distan de esta consideracion los que precipitada é iuconsideradamente celebran! ¿Y qué diremos si pasamos con nuestras reflexiones des- de el Sacerdote que ofrece el sacrificio á la hostia que en él se ofrece? Aquí, sia duda, se necesita la lengua de los £ngeles para hablar debidamente; y aun dudo fuera bastante para decir lo que es la hostia que sacrifi- camos sobre el altar. Es lo sumo de la perfeccion de la substancia corporal, decia Santo Tomas (1); esto es, el cuerpo y sangre de Jesuchristo , mas excelen= tes, mas perfectos y mas puros que el cielo y la tier= ra, y quantos cuerpos en sí contienen. Es lo sumo de la perfeccion de la substancia espiritual, decia el mismo Santo; conviene á saber, el alma de Jesuchris- to adornada de tantas gracias, dones y virtudes, que excede infinitamente la perfeccion y santidad de to= dos los justos de las Leyes natural, escrita y evangé- lica, y de todos los ángeles y espíritus mas elevados, La hostia que ofrecemos en el altar no solo €s el cuer- (1) “Opusc. 1xrr1. de Beatit. c. 11. Tom. I. Aa
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