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xv remos en la casa del Señor, £ntes por el contrario, su ignorancia nos abre las puertas del Cielo, como decia David (1). De esta vana ciencia nace un deseo inmoderado de comprebenderlo todo : el qual, jun- to con el aprecio excesivo del propio ingenio, ha con- ducido.:á muchos al mas,alto grado de ignorancia, por. haberse desentendido:de aquella importante má- xima del Apóstol (2): Conviene saber con sobriedad. El Padre San Basilio, conociendo este peligro, encar= ga en una excelente homilía que escribió para ins- trucción de la juventud de su tiempo, que se lean con moderacion y cautela los libros que nos han quedado de la antigua gentilidad; y San Gregorio Nacianceno reprehende en una de sus cartas á San Gregorio Ni= seno la demasiada aficion con que se entregaba á ellos. Este mismo vicio ha corrompido los ingenios de estos tiempos; pues debiendo usarse esta lectura para formar el estilo , explicar concertadamente los discursos y adquirir algunos otros conocimientos, mi- rando siempre los libros de los gentiles como una pro- duccion de la razon humana, que debe perfeccio- narse por las luces de la fe divina; de tal suerte ha embriagado á gran parte de los eruditos del dia, que (1) Psalm. 1xx. vw. rs. (2) Ad Rom. xn. y, 3.
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