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Dra SEGUNDO.” r 49 mos , y que el Espíritu Santo los reparte con admi- rable economía y variedad. Ciertamente no son todos apóstoles , no todos'son “profetas , no tienen todos el don de lenguas, ni la gracia de curaciones. Hay dife- rentes ministerios en la Iglesia, y son menester talen- tos diferéntes para desempeñarlos. Unos resplandecen con sus luces 'y doctrina; pero ésta no la pueden te- ner los que miran con tedio los libros , y aborrecen la penosa aplicacion: á los estudios : Otros tienen el don de anunciar la palabra«de Dios con uncion , gracia y magestad y pero: si faltan los buenos exemplos en el predicador, ¿qué frutos podrá esperar de los discursos mas bien formados ? Serán semejantes á los fariseos, los quales dicen y no'hacen. Algunos sirven á la 'Igle- sia con un santo zelo para cortarlos escándalos , los desórdenes y abúsos; mas el que no esté bien fundado en la virtud y corre mucho riesgode extraviarse en los mismos desórdenes que trata de evitar. Muchos són útiles 4 la Iglesia por una santa destreza €n ganar los corazones en €l santo Sacramento de la Penitencia; pero si hay demasiada freqiiencia con las confesadas, aventuran su reputacion y su conciencia. Ultima men.- te, o:ros edifican la Iglesia con su piedad, con sú imo- destia , con la gravedad de sus costumbres, con la oracion y lágrimas, que segun San Ambrosio, son las armas de los Sacerdotes, con las que aplacan la ira

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