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1x á ninguno. Debemos añadir que de los setenta y dos mil enfermos que llegó á baber á un mismo tiempo, no ballarian uno solo que no estuviese en el corazon de V. Em. por la compasion, y en sus manos para el so- corro. Es menester afirmar que vid Sevilla 4Y”. Em. co. mo Milan á su Borromeo , aplacando en las rogativas públicas las iras del Omnipotente con su dolor, su de= vocion, su modestia edificante y su penitencia, sin que- rer volver á casa basta que fatigado el CUerpo, y ajfi- gido el espíritu con la vista de los grandes trabajos de sus:amadas ovejas, llegó ú4 ella á las nueve de la noche. Podemos añadir que Fueron menester repetidas órdenes del Soberano para arrancar 4 Y. Em. de la vista de su pueblo, ¿Y quándo sucedió esta dolorosa y violenta separacion? Es menester decirlo para gloria de Dios, para edificacion del pueblo cristiano, y pam ra que sepan los. hombres que aun bay fe en España, acompañada de las obras beroycas de la caridad: quan= do Y. Em. no tenia dinero para hacer el viage que el Soberano le mandaba + quando fué preciso que le prestasen lo que habia menester para llegar á da Corte. ¿Será razon, Emo Señor, que unas acciones tan ilustres se condenen al silencio? ¡Por qué no se han de perpetuar en la memoria de los hombres para edi. fcacion de todo el mundo? Justo es publicarlas pa- Tom. I, a