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DiaA SEXTO. 47 pues de tantos años de Sacerdocio, nos evidencia los innumerables defectos de nuestra oracion. Es una máxima indisputable que el que hace mucha y bue- na oracion, es muy buen Sacerdote: el que hace poca oracion, tiene poco de buen Sacerdote, y el que nada hace de oracion, nada tiene de buen Sacerdo» te. Miremos las virtudes que acompañan al carácter de nuestro Sacerdocio , y con solo. esto exáminare- mos de un golpe toda la série de nuestra oracion, Pues á:lo ménos ya que tan poco hayamos adelanta- do en tan obligatorio como santo exercicio , ¿hemos siquiera buscado un. padre espiritual que nos dirija y encamine en él?... ¿Le hemos consultado nuestras dudas, propuesto nuestras dificultades , y practica- do sus resoluciones?... ¿0 vivimos enteramente aban- donados al desarreglo de nuestras pasiones sin. que- rer practicar la oracion , ni aun confesar su necesi= dad y obligacion ?... ¡Ay! ¡Esto seria hallarnos aban- donados de Dios, y..en el estado mas infeliz y mise- rable! No sea así, venerables Sacerdotes, no sea así, Hagamos oracion si nos queremos salvar.

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