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Dra DECIMO. 317 culpa se perdió. Consideremos ¿si son nuestras cos- tumbres irreprehensibles , para servir con ellas de buen exemplo á nuestros próximos?... ¿Nos hemos sentado en el confesonario con la conciencia rea de pecado mortal?... ¡Pobres de nosotros, si tal hici- mos , pues tantos sacrilegios cometimos, quantas per- sonas confesamos! ¿Poseemos á lo ménos una ciencia suficiente para distinguir entre lepra y lepra , entre pecado y pecado ?... ¡Ah! Un confesor ignorante que por todo pasa, y en nada tropieza , se halla en es- tado de continuo pecado mortal, y es incapaz de absolución, miéntras que no aprenda lo que igñora. Quia tu scientiam repulisti , dice Dios por su Profeta Oseas , repellam te, ne Sacerdotio fungaris (1). Dos especies de ciencia son necesarias en el confesor para poder dignamente exercitar su sagrado ministerio. Ciencia universal, que se llama tambien scientia ju fis; y ciencia particular que se dice comunmente scientia facti. Con la primera debe saber quanta sea la extension de su jurisdiccion en órden al penitente y á sus pecados: con la segunda debe conocer la gravedad ó levedad del pecado : la malicia 6 igno= rancia que le acompaña, la especie y su número, con las demas circunstancias que le especifican ó le (1) Cap. 1v. v. 6.
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