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Dia NOVINO, 269 excesos tan vergonzosos no precipita la avaricia, quando llega 4 dominar el corazon de un ministro del Señor ! El deseo del dinero se aumenta y multiplica al mismo paso que se multiplican y aumentan las ri- quezas, y como es insaciable esta pasion”, nos con- duce , nosimpele , nos arroja á la profanacion de las cosas mas sagradas. Acordaos del abismo de males á que conduxo á Judas. Estremecen ciertamente sus palabras : Quid vultis mibi dare, et ego vobis eum tradam ? Yo quiero dinero , y si fuese menester para esto cometer una injusticia, una traicion, un sacri- legio , un* homicidio, aunque sea de un hombre Dios , nada importa: venga el dinero, y. cométanse todos los Grímenes mas abominables : Quid vultis mibi dangg et ego vobis eum tradam? Estremecen, vuelvo á decir, estas palabras; pero ¡ay! ¡quántas veces se comete este atentado horrible por un Sacer- dote avaro! Quántas veces se le dice por. lo claro ,:6 con rodeos disimulados , pero demasiadamente per- ceptibles : ¿quánto me das, y. te consigo tal bene= ficio , tal canonicato, tal prebenda? Y atropellando por tan detestables simonías se abalanza á las pie- zas eclesiásticas. Quid vultis mibi dare , et ego vobis eum tradam? ¿Quántas veces se comete el mismo Crí- men en la celebracion de la santa misa , en el bautis- mo de una criatura , en la administracion del sacra-

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