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Dra ¡NOVENO. :233 dos espinas que le traspasaban el casco : los ojos ami- blados con las lágrimas , y la «sangre que descendia de la cabeza: la boca'exhausta, seca: y abrasada con la sed: los labios cárdenos, la frente triste; las mexi- llas pálidas, los oidos atormentados con las: voces y blasfemias: abiertas las espaldas con los azotes : los pies y manos desgarrándose con los duros clavos ; y el natural pesodel cuerpole sirve de tormento im pon- derable. ¡O qué penas! ¡O qué angustias inundaban al mismo tiempo el alma de nuestro amable Reder- tor! El conocimiento claro de tantos infelices preci tos á quienes no aprovecharia su sangre, y que por su malicia inutilizarian tan copiosa redencion, cau- saba en su corazon amante la pena mas insufrible, Oyele, óyele , alma , decir por su Profeta: ¡O vos- otros los que pasais por el camino de la vida , aten- ded y ved si hay dolor semejante á mi dolor! Verda- deramente que entónces se verificó á la letra aquella terrible profecía : Saturabitur opprobriis. Entónces se vió que desde los pies á'la cabeza , cómo lo habia dicho Isaías, no habia en él parte sana. Sin embar- go, todo lo padece Jesuchristo con una paciencia in- vencible, y con una constancia inalterable. Al modo de una humilde oveja que llevan al sacrificio , ni se defiende , ni se queja. Que Herodes le injurie , que Pilatos le sentencie, que los soldados le azoten, que Tom. 11. Gg

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