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Dia ocTAyvo. 163 mal intimacion de la ley escrita bubieran , al pare- cer, servido de otra cosa que de ofender al Criador con-mayor culpa. Traspasaban unos el mandamiento de Dios por populares é iniquas tradiciones: adora- ban otros con injuria del Criador las criaturas mas viles y despreciables: erraban todos en el camino de la verdad, y triunfaban los vicios en todo lugar, y en toda clase de personas. Las ciudades, las provin- cias , los reynos mas civilizados y políticos hervian en las maldades mas exécrables, y solo tal qual justo clamaba ansioso por el remedio que se les ha- bia revelado. ¡O si lloviesen, decian, las nubes al justo ! ¡O si se rasgasen los cielos, y baxase ! ¡O si se abriese la tierra, y produxera al Salvador, qué con su poder forma las nubes, pesala tierra , y: cria los cielos ! Así clamaban los justos : así pedian los san- tos Patriarcas y Profetás ,á quienes les era dado á conocer sobrenaturalmente este profundo misterio, ¿Pero qué eran estos pocos entre tantos? ¿Y enqué entendimiento humano ó angélico hubiera podido caber que se hiciese siervo el Monarca por redimir al vasallo? Que se humanase lo divino , que se ano- nadase lo inmenso , que lo eterno se hiciése tem- poral ? ¡O excesiva caridad de nuestro Dios ! ¡Quién sino Vos , Ó bondad infinita , que revelaste tan ocul- to misterio á vuestros siervos en los pasados siglos, X 2
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