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DIA SÉPTIMO. 141 como un oficio divino en que el hombre alaba á su Dios , médita sus grandes obras , agradece sus mise- ricordias y teme su justicia , sino como una carga pesada que procuran arrojar de sí con la mas escan- dalosa brevedad? ¡Válgame Dios! Si hablaramos con el Soberano de la tierra ¡qué modestia en la postura del cuerpo, qué cifcunspeccion en las palabras, qué atencion á sus respuestas , qué respeto en todo! y para hablar con el Rey de los Reyes , con el Señor de los Señores, y con aquel gran Dios por quien rey- nan los Soberanos , y por quien todo existe, ¿no de- -beremos tener siquiera el mismo miramiento? ¿el mismo respeto? ¿la misma circunspeccion en las pa- labras , la misma modestia y circunspeccion en las obras? ¡O Dios de infinita paciencia, en «sufrir los delitos de los hombres, y las irreverencias de tus — ministros! ¡Qué distantes nos hallamos de aquellas almas que son introducidas por vos en el secreto de da oracion, enel que derramais sobre ellas el espíritu de vuestragracia , para que os miren y contemplen crucificado por los pecados. del mundo, como en otro tiempo deciais.por vuestro Profeta Zacarias (1)! Ejffundam super babitatores Ferusalem Spiritum gra- tie et precum: et aspicient ad. me , ad quem cruciff- (1): Prof. Zac. c. x11. y. 10.

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