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Dra sEx“TO. tE y los decretos Pontificios, menosprécianse las declai maciones justas de los santos ; y con todo eso los Saz terdotes con gran frescura se mantienen con la plu- ralidad de beneficios en medio de un cierto y eviz dente peligro de su eterna condenacion. ¡ Extraña insensibilidad ! Saben que el que sirve á Dios, no de- be servir al dinero : sabén que el que sirve al dinero cae en los lazos del diablo : saben que el corazon es- tá donde está el tesoro : saben que es amarguísima la muerte de los que aman el dinero, y que este será para ellos eterna perdicion; y no obstante tantos di vinos oráculos , ¡ellos trabajan cada dia por ser ri= cos , sin temor de ser sepultados en el infierno! Quiez ra Dios que no digamos en pecado esta cotidiahá oracion : Inclina cor meum Deus in testimonte tua, et non in avaritiam. CONSIDERACION SEGUNDA SOBRE LA GLORIA QUE TENDRÁ UN BUÉN SACERDOTE, E Y , 3 yo 1. Considera, alma mia, que así como en el ihñep no tendrá un Sacerdote malo peñas muy partícula» res y sobre excedentes 4 1608 demas condenados ; por Ba

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