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(59) poera dictámen de muchos hombres dóttos-, y timo- ratos , que las limosnas debian repartirse no solo en el pueblo de su residencia , sino aun en todos.aque- Hos , y á porporcion, que concurrian a formar su quota , y asi lo cumplia. Tuvo noticia de la opinion, ya referida, de ser obligado el Sacerdote á indagar las necesidades de sus proximos, para 00n sus rentas re» mediarlas , y de practicarlo asi nos dió repetidos tes- timonios ; bien es verdad, que por ser su caridad tan notoria , rara vez daban lugar los pobres a que los buscase: por lo comun excedian estos en numeros guando no á su generosidad , y magnánimo corazon; siá»sus rentas , arbitrios , y facultades, tanto que; no obstante de ser crecidas, y quantiosas, se vio ems peñado , y adeudado en algunos tiempos, y ocasios nes por favorecerlos, y-ampararlos. Creíble es, lo hi» ciese asi llevado de que en ello agradaba a Dios ,y que esta fuese su divina voluntad. Es inconcuso, que nuestras operaciones necesi- tan'ser, para su perfección, y merito, segun la vo» lantad de Dios, y sus Divinas , € inmutables dispost ciones. Estas no son otra cosa , que aquella Ley eter- na, eon que , como primera , y principal regla , de- bémos en todas ellas precisamente conformarnos ;€s doctrina del Angelico Maestro. ( 1 ) La voluntad de | H 2 Dios (1) $. Thom. 1. 2. quer. 93. ASS, 140 SOPUS», € z ¿dl

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