BCCPAM000536-7-32000000000000

mildad, nosotros debemos temerlo por sobrados motivos: los muchos pecados de nuestr: vida pasada, las innumerables faltas que aun cada día cometemos: la poca en mienda de nuestros malos hábitos, la casi ninguna práctica de las vir tudes cristianas, el descuido y ne- alivencia en que vivimos respecto á nuestra eterna salvación, el es caso amor y temor de Dios que posee nuestra alma, y, en fin, la poca Ó ninguna penitencia que por tantos extravíos hemos hecho, son razones harto poderosas para hacernos recelar si tendremos una muerte desgraciada. Sin embargo, todos formulamos con frecuencia aquel voto que pro- nunciaron los labios del impío Ba laam: «Ojalá pueda yo morir co- mo los justos y que sea mi fin se- O 0

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz