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encantos; ni la vida grosera de los sentidos con todos sus placeres;ni las criaturas con todos sus atracti- vos; ni las riquezas que tanto nos arrastran; ni los honores que tan to nos deslumbran, el fin de nues tra creación. Más noble que todas las criaturas que nos rodean es el fin para que Dios nos ha creado la grandeza de nuestra alma es su- perior á la universalidad de todos los bienes de este mundo: por eso nada le satisface ni contenta: por eso sus deseos trascienden más allá de los estrechos límites de es te mundo miserable. Dios y sola- mente Dios es nuestro fin y á él deben dirigirse todas nuestras obras, todos los deseos de nues- tro corazón, y todos los atectos de nuestra alma. Sólo obrando de este modo

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