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| er ii mentar su obediencia y ejercitarlo en la práctica de las virtudes para según su comportamiento, darle la recompeñsa merecida. Este es, pues, el único fin de nuestra vida y en esto se compendian todas las obligaciones que hemos de cum- plir: en esto estriba nuestra dicha presente y felicidad venidera. El que esto hace lo ha hecho todo, aunque á nada más se haya dedi- cado: al que esto descuida nada le aprovechará el cuidado y solicitud de todas las demás cosas, No es, pues, el término de nues. tra existencia el estrecho círculo de esta vida de tantas miserias: más que vida, esto que acá goza- mos, es un preludio de la vida inacabable que más allá del sepul- cro hemos de tener. De consi- guiente, no es el mundo con sus