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Eg blemas políticos y sociales que tanto preocupan á los esa infinidad de asuntos que tan- to les distraen, todos esos )bjetos por cuya adquisición recorren el mar y la tierra, y andan de acá para allá, cuando se consideran bajo el punto de vista de la salva- ción? ¿Queremos saberlo? Veamos lo que sobre esto nos enseña el más sabio de los nacidos, aquel gran rey, á quien fué dado gustar toda la felicidad que pueden dar de sí las criaturas, y experimentar toda la satisfacción que proporcio nan los honores, las riquezas y lo que más ardientemente anhela el el corazón humano; oigámosle ex- clamar con el acento del más amargo desengaño: «Vanidad de vanidades y todo vanidad.» Así empieza sus enseñanzas el sapien-