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o HE ¡ ó nm]: a Ñ ej 1] D ra esto, no contamos con más espacio de tiempo que el de esta Í j e tencia tan breve. La estera nuestra libertad de acción es el tiempo: fuera de él ya nose obra, sino que se sufren las consecuen- cia > de lo que SC ha hecho ¿Cómo, pues, somos tan teme- rarios que nos atrevemos á des preciar aquello que tal vez sea in- dispensable para nuestra salva. ción? Esta, muchas veces, lepen- de de un cierto instante en el que, si el alma se aprovecha de la gra- cia que Dios entonces le ofrece, consigue salvarse; mas si la rehu li: loro de no tener sa, se pone en pellg jamás la “ocasión ni los auxilios y gracias extraordinarias, sin los cuales difícilmente se salvará ¿Qué serta, pues, de nosotros si aleuño