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A Pm ns — 50 aceptad su destrucción como un tributo que desde ahora ofrezco á vuestra divi: na Magestad,- y en aquella hora; Jesús misericurdioso, etc. En fin, cuando mi alma comparezca dé- lante de Vos para ser juzgada, no la arro- jéis de vuestra presencia, sino dignaos re- cibirla en el seno amoroso de vuestra mi- sericordía, para que cante eternamente vuestras alabanzas; Jesús misericordioso, etc. (1) Oración, Oh Dios mío, que, condenándonos á la muerte, nos habéis ocultado el momento y la hora; haced que, viviendo santamen- te todos los días de nuestra vida, merez- camos una muerte dichosa, abrasados en vuestro divino amor. Por los méritos de nuestro Señor Jesucristo y de su santísi- ma Madre. Amén. (1) Estas súplicas fueron compuestas por unajo- ven protestante que, convertida á la Raligión Católica á los quince años, murió á los diez y cho en olor de santidad: Pío VII y León XII concedieron 100 días de indulgencia por cada día que se recen dichas, y una plenaria rez indo- las por un mes entero.

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