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3 habidas durante el período de tiempo que acaba de trascurrir. Lo propio debería hacer cada uno de nosotros al terminar el año; como mercaderes del reino de los cielos que traficamos con la gra- cia y dones de Dios, deberíamos anualmente hacer un examen ge- neral de nuestra vida, para saber con certeza el estado en que se halla el negocio capital de nues: tra salvación. Cada año que se nos otorga, es como una nueva cantidad de ri- quezas espirituales que Dios nos presta, para que con ellas granje- emos en esta vida tesoros de gra- cia, que han de trocarse en la otra en grados de gloria. Mas sucede, por desdicha nuestra, que no siem- pre empleamos debidamente los dones de Dios, ni somos solícitos