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sepulcro que ha de guardar mis despojos mortales? ¿en qué revuel- ta de este camino estará parape- tada la muerte para arrojarse so bre mí y quitarme la vida, como se arroja el león sobre su presa! ¿me será dado ver la luz del sol que iluminará el nuevo año? Reflexiones son estas, por cier- to, muy tristes y melancólicas pa- ra el que tiene puesta toda su afi- ción en las cosas de la tierra, pa- ra el que limita á este mundo to- das sus aspiraciones y nada espe: ra más allá del sepulcro: mas no así para el cristiano. Este, llevado en alas de la fe, se remonta á la región purísima de lo sobrenatu- ral, y desde allí contempla la vi- da humana, no á través de las ilusiones que aquí se forja nuestra