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—309— zar, por medio de la- intención, sus acciones indiferentes, quedan- y ] do, por. este motivo, privadas de mérito gran parte de sus obras. En segundo lugar, la tibieza es, á juicio de los santos, una enfer- medad en extremo peligrosa y de difícil curación. Opinan algunos ser más fácil convertir á un peca- dor que curar de su tibieza á una alma; porque al pecador la mis- ma gravedad de sus desórdenes, le hace temer y horrorizarse, mientras que al tibio no le espan- ta su estado, antes bien, se per- suade de que puede continuar en él sin peligro de condenación. Así es que Dios suele castigar la tibieza, con grandes y ruidosas caidas, las cuales permite para despertar con ellas la aletargada conciencia del alma tibia. Castigo

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