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AR e y así, cuando quiso proporcionar- nos una morada, nos dió para que lo habitásemos este palacio incomparable del universo:y cuan- do intentó levantarnos de nues- tro abatimiento nos encumbró sobre los ángeles: cuando quiso redimirnos agotó todas sus fuer- zas: y cuando trató de comuni- carse á nosotros lo hizo del modo más admirable que puede imagi. narse; es decír, que Dios en or- den á nosotros,ha procedido siem. pre con fervor, nada ha hecho á medias. Pues bien, la tibieza hace todo lo contrario: regatea á Dios los homenajes que por tantos tí- tulos le son debidos; le ofrece ho- locaustos, como Caín, de lo peor y más despreciable; hace por Dios los menos sacrificios posibles y rehusa padecer cosa alguna por