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per YOR verdad; ábranos los ojos para que comprendamos el alcance de las faltas veniales y los daños que ellas nos acarrean; otórguenos su gracia eficaz para que resolvamos firmemente evitarlos á todo trance. Punto II. De lo dicho se sigue, que el pecado venial dispone y prepara para el mortal, y esta es, sin du- da, una de sus más temibles con. secuencias. Es muy cierto que nunca las faltas leves llegan á ser mortales, y que nadie por ellas se condena- rá; pero todos convienen en que los pecados veniales son el cami- no por donde se va á los morta- les, y que las faltas pequeñas abren insensiblemente la puerta á las grandes. Esto nos enseñó el Espíritu Santo con estas palabras:
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