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nudo polvo que enturbia nuestra vista, ó como nube ligera que se interpone entre el alma y el sol de la verdad, eclipsando la luz que despiden los misterios de la religión. Así es, que cuanto más se cometen, más se ciega el alma con aquel polvo, y más se con- densa la nube que le priva de la luz del cielo. También enflaquecen la volun- tad, porque los pecados veniales son para el alma lo que las heri- das para el cuerpo, ó lo que el fuego para el hierro; con las heri- das el cuerpo se debilita y con el fuego el hierro se ablanda. Así también, con la repetición de los pecados veniales, se debilita la vo- luntad para el bien,y se ablanda pa- ra consentir en el pecado y dejar se arrastrar de la concupiscencia.

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