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—2760— hasta causarnos la muerte. Esa de- bilidad que á veces experimenta- mos para resistir á las tentaciones, la falta de fuerzas espirituales, las repugnancias en el servicio de Dios y esa pereza y negligencia que nos hacen omitir nuestros ejercicios devotos, y, en suma, la tibieza y languidez de espíritu, to- do es una consecuencia funesta de los pecados veniales. Seguros po- demos estar de que, mientras los cometamos voluntariamente, care ceremos de vigor y energia, y nuestra vida espiritual será una cadena interminable de pecadosy miserias; porque el pecado venial tiene además la propiedad de amortiguar la fe en el alma, y en- faquecer su voluntad, que es otro de los tristes efectos que produce. Son las faltas leves como me: