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RAE dos de un saludable espanto. El que teme á Dios nada desprecia,y el que conserva viva la fe procura estar siempre en el lado opuesto del pecado y mantenerse constan- temente lo más alejado de él: y así huye hasta de la sombra de las faltas veniales, como de cosa que tanto nos aproxima y arrastra al pecado mortal. Por esto los santos tuvieron to- dos tanto horror y aborrecimien to á las culpas leves: Sta. Catali- na de Génova solía decir: «Me arrojaría á un océano de llamas, si fuese menester, para evitar un pecado venial, y mejor querría permanecer siempre en ese fuego que mancharme con una falta le- ve.» Sta. Catalina de Sena afirma: «Que si el alma pudiera morir, la vista de un solo pecado venial le quitaría la vida. »

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