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LENA significante como á nosotros se nos antoja, cuando Dios, siempre inclinado á usar de misericordia con el hombre, lo castiga con tan- ta severidad: muy odioso de ¿DE serle, cuando lo hace expiar tan rigorosamente: grandemente debe aborrecerlo, cuando no sabe disi mularlo ni siquiera en sus mayo- res siervos. ¿Qué temeridad es, pues, la nuestra en multiplicar cada día tan gran número de faltas veniales? ¿Creemos, por ventura, que se ha atenuado el rigor de la divina Jus ticia, Ó que acaso no lees hoy tan aborrecible como en otro tiempo el pecado venial? Ni lo uno ni lo otro puede ser: si no que hoy co mo antiguamente permanece en cendido en el pecho de Dios el odio á todo pecado y dispuesto á