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¿ap YE. Párense á considerar esto los osados menospreciadores de los pecados veniales: los que se arro jan á cometerlos por un misera- ble pasatiempo: los que por des- preciables bagatelas no teme amontonar cada día multitud de faltas leves: piensen si por no vio- lentar su genio, por no mortificar- se en cosas muy pequeñas y no privarse de satisfacciones livianas, será justo cometer un mal que, ni aun por la salvación de todos los réprobos, juzgó tan esclarecido doctor que podía hacerse Alumbre Dios nuestro entendi miento, para que, persuadidos de la odiosidad del pecado venial, huyamos de él como de serpiente ponzoñósa. Punto H. Para comprender mejor la ma-