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De lo dicho resulta claramente que la meditación es el elemento más indispensable de la vida cris: tiana, y el fuego que enciende y conserva el calor de la devoción: sin este fuego se entibia la caridad, se apaga la fe, desaparece insen- siblemente el temor de Dios, y el alma deja de tener aquella con: hanza que es necesaria para que Dios oiga sus oraciones. Por esto suele decirse que la meditación es para el alma lo que el riego para las plantas, y el aire para la vida del cuerpo; como sin estos ele- mentos las plantas se marchitan, y el cuerpo no puede vivir, así también,sin la meditación se agus ta la pigdad y el alma llega á per der la vida sobrenatural de la gracia. ¿Qué aprecio hacemos, pues,de