BCCPAM000536-7-32000000000000
TA con muchos ruegos y oraciones, No es, pues, de extrañar que Jesucristo nos exhorte con tanta frecuencia en su evangelio á apli. carnos al ejercicio de la oración: «Conviene orar perseverantemen. te y no desfallecer. Orad para que no entréis en tentación.» Y no sólo de palabra, si no princi- palmente con sus ejemplos nos persuadió á esto: retirábase con frecuencia á la oración, y pasaba las noches en este ejercicio: ora- ba tan prolijamente y con tanta intensidad de ánimo, que llegaba á sudar sangre y padecer mortal agonía. Y no oraba por sí, pues sabía muy bien que el Padre había puesto todas las ccsas en sus manos. Ahora bien, como observa S. Cipriano, si Jesucristo oraba no teniendo necesidad, - si
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz