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— 234 demás, especialmente á los sacer- dotes, hicieran lo mismo, diciendo que esta era la mejor preparación que podían tener para celebrar dignamente el santo sacrificio de la misa. El Seráfico Doctor San Buenaventura no se contentaba con hacerlo una vez al día, si no muchas veces, asegurando que con ninguna otra práctica ó ejer- cicio piadoso, alcanzaba el alma mayor abundancia de gracias que con el sacramento de la Peniten- cia. Y generalmente todos los siervos de Dios reconocieron ha: llarse en este sacramento maravi llosa virtud para desarraigar del alma los vicios, plantar las virtu- des y mantener en ella la pureza y santidad. Y así, decía S. Bernar- do: «Que con la frecuente confe- sión se purifica la conciencia, de-
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