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—228 po ha que hubieran hecho peni tencia. ¡Ay de tí, infeliz menos- preciador de mis deseos! porque si á muchos gentiles y herejes biera Dios otorgado las que á tí, llevarían una vida peni tente y observarían una conducta irreprochable, por eso aquellos serán juzgados con mayor benig 1 le nidad y misericordia que tú No abusemos, pues, de las gra- cias, ahogando en nosotros ese germen divino, destinado á produ- cir frutos de inmortalidad: corres E pondamos generosamente á loslla. mamientos divinos, los cuales son la voz dulcísima de nuestro Padre Celestial, que, unas veces nos re prende, otras nos advierte y otras nos instruye: abramos nuestro co razón á la eracia como abre la > flor su dorado cáliz para recoger
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