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—219— cia á sus inspiraciones y liama- mientos, harto de tanto solicitar la cooperación de la criatura, por fin la abandona, privándola de los auxilios y gracias eficaces, sin las cuales irremisiblemente se deja arrastrar de las aviesas inclinacio- nes de su corazón; viendo lo cual, Dios ya nose mueve á piedad, sino más bien mira con desprecio, y hace como befa y escarnio de su ruina y perdición. Pero en nin- guna otra parte de la Escritura declara Dios más terminantemen- te la conducta que seguirá con los menospreciadores de sus gra- cias, que por el profeta Isaías. Bajo la hermosa figura de una vi- ña va Dios allí ponderando los beneficios y favores que dispensa al alma, y el cuidado y solicitud que de ella tiene: luego se lamen-

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