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AS luego voluntariamente se priva de aquello que le es indispensable para salvarse. El Señor amonesta y reprende por medio de sus lla. mamientos é inspiraciones; no se le hace caso, pues cesa de amo nestar y reprender. Dios nos en- vía la luz de su gracia para que disipe las tinieblas de nuestra ig- norancia y desvanezca nuestras ilusiones; rechazamos esa luz be- néfica... pues Dios nos priva de este beneficio. La gracia es una visita que Dios hace á nuestra al- ma: no le abrimos la puerta, le negamos la entrada... Dios, por tin, harto de llamar se retira eno- jado. ¿Qué cosa más justa? Supongamos que un poderoso monarca llevado del amor y com- pasión hacia uno desu vasallos, olvidando su propia grandeza y or 5

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