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nosotros se nos concede otra ve; ntemplar la risueña alborada del nuevo año- y disfrutar de los incalculables beneficios que trae consigo! Al modo que las aves se rego cijan viendo despuntar la aurora, y lanzan al aire sus alegres trinos al difundirse por la tierra la claridad del nuevo día, así también ñoso- tros deberíamos alegrarnos y de- satar nuestras lenguas en cánti cos de alabanzas á nuestro cari- ñoso Bienhechor cada vez que nos amanece un nuevo año. Constituye éste para nosotros, no sólo un beneficio, sino un cú:- mulo de ellos: el nuevo año no es solamente una nueva misericordia que Dios nos dispensa, sino una muchedumbre tan grande de bon- dades, que el corazón se siente