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211 Nuestro anhelo constante debe ser el hacernos dignos de que Dios nos otorgue cada día mayo res gracias y nos dispense auxi- lios más extraordinarios y efica- ces; en la seguridad de que te: niendo estos, cumpliremos todo lo que Él exige de nosotros y lle- naremos nuestros deberes por di- fíciles y penosos que sean. « Todo lo puedo en aquel que me con forta» decía el Apóstol. Así tam bien nosotros, no hay cosa que no podamos hacer con la ayuda poderosa de la gracia. Con ella somos fuertes, valorosos y esfor zados, y sin ella frágiles como ca ñas, y tímidos y cobardes como niños. Con la gracia nos aplica mos gustosos á la penitencia, re- nunciamos de buen grado al mun do, nos entregamos con pronti-
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