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real y verdadero; que por ella nos hacemos hermanos de Jesucristo, hijos de Dios y amigos suyos; y finalmente, que ella nos otorga un oloria, y ha- derecho positivo á la g ce meritorias de vida eterna nues: tras más insignificantes acciones La razón de esto es que la gra- cia esuna participación misteriosa de la naturaleza divina; y no co- mo quiera, sino en un grado altí- simo y admirable, de tal manera, que el alma viene á tener por la gracia lo que tiene Dios por na turaleza. Esto enseñó Santo To más con estas palabras: < Aquello que está en Dios sustancialmente se obra accidentalmente en el al- ma que participa de la divina bon dad.» Fundado en esta soberana excelencia de la gracia enseñó S. Agustín: «Que ella no sólo so-

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