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Dios se enseñoree de nuestra 21. ma y venga á ser el asunto de todos sus pensamientos, el blanco de sus deseos todos y el término de todas sus aspiraciones. Si esto no hacemos, hallare. mos al fin que, nuestra vida fue pura vanidad, y nuestros nego cios y aspiraciones como entrete. nimientos de niños. y los días que vivimos como las hojas que se desprenden en otoño de los árbo les y el viento arrastra, jugando con ellas y formando caprichosos remolinos Por el contrario, si la caridad de Dios ha consumido nuestra existencia, nuestra vida habrá si. do como un holocausto de agra- dable perfume que: con suave olor recreó á los ángeles y á los hombres. Y como el manso arro-

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