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—+62 — 1 ¿No es su Corazón el horno en- cendido, mejor diremos, el volcán impetuoso que encierra en su se- no la caridad eterna detodo un Dios: ¿No es el Corazón de Gris- to el receptáculo misterioso que contiene el fuego sagrado que el Hijo de Dios trajo del cielo para arrojarlo sobre la tierra y caldear Ñ a Ll z. Ñ con él los helados corazones de los mortales: Pero aun existe:una razón más poderosa: entre los miembros que sirvieron al Hombre-Dios para LE o llevar á cabo su obra de miseri- cordia, el único que no ha dejado de obrar hasta el presente, es su sacratísimo Corazón. En efecto, en el cielo, donde no has llanto ni dolor, su sagrada cabeza ya no + 1 á ó 1 experimenta las aguda das de las espinas que traspasa-
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