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Luis Bertrán se refiere que le im presionaba tanto el temor por la salvación, quealgunasveces seapo deraba de su cuerpo un temblor tan grande que hacía estremecer las paredes de su celda. S. Pedro Damiano solía decir que la sola posibilidad de poderse condenar le espeluznaba los cabellos. Y así, por este estilo, todos los demás santos; pues ni uno siquiera ha habido que no experimentara grandemente esta inquietud y zo zobra por su salvación. No es este negocio tal que ofrezca seguridad mientras se vive en este mundo y por esto los santos nunca la tu vieron, por más regalados favo- res que recibían de Dios, sino que vivían siempre temerosos y se es forzaban, según el consejo de S. Pedro, en asegurar su. vocación y