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Año 1784 19 lite un rincón de casa donde recogerse y un pedazo de pan para su sustento. Una y otra agradecen la caridad de V. y se le ofrecen con todas veras: (1) Yo hago ánimo de salir de aqui el día tres de Diciembre, y pasar á Sevilla, donde casi al mismo tiempo llegará el Sr. Arzobis- po; desde allá avisaré á V. lo que ocurriese y procu- raré recoger la carta delas dos terceras partes para que V. la vea y me enseñe sobre ello. La venida aquí no ha dejado de ocasionarme algún recelo ó temor de si sería defectuosa por las circunstancias en que me hallaba, no obstante que el motivo ha sido de la gravedad que se sabe, Estos temores contribuyen á que no retarden más mi mar: cha, por si con ella puedo enmendar el yerro que delante de Dios haya tenido. Algo quiero aquietar- me con lo sucedido aquí de haberme traído un niño de pecho, que por faltarle la campanilla en las fáu- ces, apenas . podía tomar algún trago de leche, y de resultas se iba consumiendo; le dije un Evangelio sin movimiento especial y luego á la mañana me avisan ballarse ya con campanilla y tomando con facilidad el pecho. Mas como estas cosas son tan ocultas, no del todo se aquieta mi zozobra. En los quince días que llevo de estar aquí, solas dos veces he visto á la M. Isabel la dominica: en la que duran los efectos que á V. dije produjo su car- ta; creo sea el respeto quien la detenga en escribir- le. Hoy lo he tenido de retiro, aunque entre la asis- 1) Son muy de notar estas palabras con que se echa de ver el celo y caridad de nuestro Beato Diego y el fin recto que le impulsaba á promover el bien de aquellas buenas se- foras. Dios quiso quitar toda sospecha en contrario, corro- borando con el milagro de que habla en el párrafo siguiente, la doctrina de su siervo fide lisimo, aquietando así los temores de su conciencia timorata.

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