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78 Cartas DEL Beato DIEGO un nuevo miedo que padecía sobre su venida des- pués de ya firmada, fundado en no sé qué contrario dictamen de una persona virtuosa que en la primera consulta, después de pensarlo mucho y tratarlo con Dios, respondió ser del divino agrado su venida, para esto fué requerido de orden de su Hustrísima ó instado con la eficacia de prevenirme no se saca- ban las Bulas hasta ver mi respuesta; lo consulté con mi Sr. Arzobispo y con su director, y conviniendo en mi modo de pensar, se lo expuse sencillamente, y de resultas se sabe que ya ha salido de su Obis- pado. Ahora por las expresiones, de la de V. temo si habré errado el juício, y por consiguiente, la reso- lución. Dios tenga misericordia de mí. Por la última de V. infiero el riesgo en que se halla esta enferma; que no obstante de indicarlo su enfermedad, me lo hace más creíble el dicho de mi Padre. Mas no obstante, porque esto se retarda y parece no será muy pronto, he resuelto volverme con el Sr. Arzobispo así para ocuparme estos días de Adviento en lo que quiere, como para tenerlo propicio cuando llegue el lunce forzoso de la muer- te, si fuese tiempo oportuno. La señora tiene alivio; pero no el que basta para asegurarnos escapará de ésta, Pida V. por éste y por lu otra pobre, cuyo des amparo me es de bastante cuidado, y lo será mayor si Dios no'me proporciona medios para que le faci- denes religiosas nacen bajo la acción bienhechora de la Iglesia y tienen su origen y su razón de ser en los sublimes consejos evangélicos y forman la porción más selecta del rebaño de Jesu- cristo, como dijo Leon XIII en una carta al Exmo. Sr. Car- denal Richard el 23 de Diciembre de 1900.—Indudablemente las Ordenes religiosas subsistirán mientras dure la Iglesia y esta durará siempre porque sabido es que las puertas del in- fierno no prevalecerán contra ella.

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