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712 CARTAS DEL Baro DIEGO pero no rigurosa: porque no se sabe haya cosa no- table en el pueblo y porque interiormente me hallo movido á ello; bien que tampoco es de suavidad, sino en un medio; el fruto lo ignoro porque oigo poco de ello. Dios me conceda el mío. que es el que más me insta y apetezco. El Excelentísimo Sr. Ar- zobispo autoriza con su presencia todas las funcio- ves y edifica con su buen ejemplo á todos. Mi inte- rior se halla para la predicación, como dejo insinua- do; experimento la misericordiosa asistencia del Se- for para ella, aunque mi corazón, siempre ruin, en todo teme y se acobarda, mas procuro clamar, re- signarme y avivar la fé, alentando la esperanza del modo que puedo. Fuera de la predicación estoy en mi habitual disipación; bien que ahora libre de ten- taciones, á Dios gracias, y solo en la común insensi.- bilidad; procuro tener los dos ratos de oración, (aun- que no sean de hora completa,) y aun tal vez falto á alguno por las cosas que ocurren, y me parece no puedo remediarlo Aquí concluiré el día catorce, para en el quince pasar con su Excelencia á Jerez, á continuar allí la Misión para la Santa Visita; allá puede V. respon- derme, porque creo estaremos hasta principios de Diciembre. El Sr. Obispo de Zamora, hoy de Málaga, me escribe por medio de un familiar suyo la grando perplejidad en que se halla para venir por acá, por el temor de que no sea voluntad de Dios. Esto lo funda, ya en la caída y vuelco del coche y accidentillos que le han dado, y ya en que una buena alma dice no es del agrado de Dios deje aquella Iglesia, , ¿sta misma, preguntada en la primera ocasión, aseguró que, consultándolo con el Señor, creía era su divina voluntad que viniese, y lo mismo le ase-
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