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APÉNDICE 569 tan perfecta como se pondera es necesario cumpla exactísi- mamente las obligaciones de tal con su marido, con sus hijos, si los tiene, con sus domésticos, y con los cargos de madre de familia: V. €, no ignora lo que Dios dice en el Capítulo 31 de los Proverbios, lo que repite S. Pablo, ete., y la rara sentencia: Si quis suorum, et maxime domesticorum curam non habet, fidem negavit et est infideli deterior. San Francisco de Sales en su Introducción á la Vida Devota: el P. Fr. Luis de León en su Perfecta casada: y otros nos dicen sobre un punto de tanta consideración. De esto nada se dice en la consulta, tal vez porque se supone, pero sin mucha dificultad se trasluce haya poco de esto, reflexionan do en las virtudes que se relatan, más de un anacoreta, que de una casada. Con sólo leer el tomito, verdaderamente de oro, de la vida que escribió santa Angela de Foligno, se co nocerá cuánto distan las virtudes celebradas de esa cria tura de las de esta gran santa etc. En mi juicio, todo lo que no es conformar nuestra vida con la de nuestro ejemplar Jesucristo, es ir fuera de camino; su doctrina y ejemplos es el camino que se nos ha enseñado, lo demás es manifiesta ilusión, Ó muy próximo 4 ella, Que diré P. mío, de la docilidad, y demasiada adhesión del director y de V. C. á las insinuaciones de esa mujer? Verdaderamente es cosa que asombra se dejen engañar tan fácilmente en dirigirla del modo que ella quiere y les propo ne, por el libro que les señala; en los ejercicios que les ins pira; permitirle la comunión diaria, dejándola á su arbitrio en esto y otras cosas, que sin admifación no pueden oirse y que esto es porque ella dice que Dios se lo manda ó quie re que lo haga se solapa este engaño, con añadir que su Ma jestad le encarga dé cuenta, y se sujete al director: astucia diabólica para más alucinar á éste, no menos que la otra ex presión, que tiene mucho.de bachillería: que hará mejor lo que su director le diga, que cuanto se le haya mandado en visión; dije bachillería porque usurparle esta sentencia ad mirable á una santa Teresa de Jesús, para disimular un en gaño y seducir al confesor. Sobre todo es cosa que causa espanto se gobiernen los directores por los consejos, y exhortaciones de su dirigida, emprendiendo un ayuno rigo roso, y otros ejercicios, que aun cuando no tuvieran más que la oposic ión que dicen á nuestras leyes, y constitucio nes, bastaba para mirarlos con horror, y abominarlos: y más teniendo la experiencia del perjuicio que les ha causado esta especie de ayuno. ¿Qué es esto, P. mío? ¿aun así no se Co

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