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Año 1801 eya Di Pt y Me ha sorprendido y contristado lo que no es decible, el aviso que de orden de V. me da la Madre Clara de la muerte de mi amadísima y bendita her- mana Sor María Gertrudis, que en paz descanse (1) (1) Esta excelente monja á quien canta un himno fúne.- bre el Bto. Diego, es á la que en cuasi todas sus cartas al P. Alcover, da expresiones para su bendita hermana. Alla van cuatro rasgos biográficos de dicha religiosa, que bien merece que el mundo la conozca. Nació en Granada el 16 de Septiembre de 1750 siendo bautizada en la parroquia de $. José, Deseando consagrarse á Dios tonió el hábito en el con- vento de la Purísima Concepción de Granada el 16 de Abril de 1770 teniendo por consiguiente cerca de 20 años, Su vida fué un portento de la gracia, que sentimos no poder dar á conocer minuciosamente por la índole de este trabajo. El Bto. Diego conoció por inspiración divina los altos vuelos de aquel gigante espíritu y lo mucho y bueno que Dios obraba en aquella alma privilegiada. Dejemos que Sor María Gertrudis nos cuente algo tomándolo de la vida (1) que á su muerte escribió el Sr. Alcover. En el capítulo 59 parte 3.2 dice: «En el año de 1779, cuan do el P. Fr. Diego de Cádiz del Orden de Capuchinos hizo misión en esta ciudad, y después hizo algunas pláticas en los Conventos de religiosas, entrando en la clausura de ellos, verificóse tumbién en nuestro convento donde juntas todas las religiosas le oyeron, y hablaron, pero yo que ad- vertidamente me había puesto bien retirada como de las modernas, al despedirse me llamó, sin antecedente alguno, y apartada, aunque á la vista de todas que lo extrañaron por la singularidad, me fué preciso acercarme, me habló como si supiese mi interior, y yo hablé, y quedamos desde enton ces en ayudarnos con oraciones mútuas, aceptándolas yo porque conocidamente era quien ganaba en todo, y he pro- Ñ (1) Es la misma de que hicimos mérito en la biografía del P; Alcover, que va inserta al principio del primertomo de estas Cartas. Bien expurgada, pudiera publicarse, pero tal como la dejó el Sr. Abad es imposible. porque no pueden leerse dos capitulos sin cansancio. Las virtudes de la M. Gertrudis están mezcladas con ho pocas simplezas del Sr. Alcover que no vienen há cuento.

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