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Axo 1800 523 pedí á Dios perdón, me confesé de él y seguí en los restantes días practicándolas. Al venirme de Seyilla visité á una religiosa de vida ejemplar en el convento de Sta. Paula, con la quetengo algún trato por escrito en alguna rara ocasión (1). Esta ha escrito á su director que com padecida de verme caminar en aquellos dias de frío y lluvias, pidió al Señor por mí; y que en la ora- ción me vió caminando con un crucifijo en la mano, como que lo llevaba á los pueblos; repitien- do sus ruegos, vió á Ntro. Señor Valaciad crucifi- cado que caminaba conmigo acompañando á la mano derecha con demostraciones de indecible be nevolencia y caridad que yo no soy capaz de mere- cer, «.; manifestándole en esto su soberana asisten cia y como se digna acompañar y fortalecer á sus ministros en las penalidades y trabajos. cl su santo ministerio. Lo digo á V. para que vea cuanto le debo á Dios y cuán mal le da Estos malecilos siguen en el día; no son de ma yor entidad, mas si no se quitan, me temo no me dejen efectuar la expedición á que por Febrero se ha de dar principio por Moguer, dos jornadas más allá de Sevilla. (1) Esta humilde religiosa, flor preciadísima, oculta en el monumental convento de Sta. Paula de Sevilla, se llamó Sor María de San Pedro de Miranda y fué hija de D. Pedro de Miranda y de D.a María Jimeno. Hizo su profesión so lemne el 3 de Febrero de 1735, siendo un dechado de per fección á todas sus hermanas mientras vivió, y al morir el 19 de Julio de 1800, dejó luminosa estela de preciadas vir- tudes; que aun no se ha extinguido en aquella observante comunidad. Corre pareja su santidad con la de la M. Zayas, la domi nica Sor Isabel, á quien el Bto, escribió una de las mejores cartas que salieron de su pluma; y con la de la bendita Sor. María Gertrudis Martínez, del convento de la Concepción
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