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Año 1799 507 pero hasta que fué voluntad de Dios no he tenido alivio. Deseaba -cumplir aquella, y no ansiaba por éste ni lo pedía; su duración me hizo sospechar si sería mi última, porque soñé en uno de sus días que había preguntado á los médicos, si había motivo suficiente para recibir los Santos Sacramentos y me dijeron que los recibiese, Seguidamente se me pre sentó como un lago de agua y en él una bola de materia deleznable, y que nadando ésta, se iba des baratando ésta aceleradamente; más desperté antes que acabase de deshacerse; y me pensé si esto sería aviso de mi muerte ya cercana. Me quedé con indiferencia, y así sigo en el día. Ya, á Dios gracias, me hallo casi bueno, auque con pocas fuerzas. En toda la enfermedad sólo me ha fatigado el gato de la desesperación conociendo prác- ticamente que esta tentación era la que figuraba aquel gato que no podía yo separar de mí, y no fué necesario para ello, el socorro ajeno como le dije á V. entonces, en la enfermedad que tuve cuando vol- ví de Galicia. Apenas me empezaba el dolor cuando me llena- ba de susto, ó de temor con el miedo de si me falta- ría la paciencia, y en justo castigo de mis ingratitu- des, me la negaría su Majestad. Le clamaba y pro- curaba valerme de la esperanza y me parece que de- seaba padecer algo. . El interior se ha conservado en paz, bendito Dios, y así prosigue, no ya tan insensible ni tan de bronce como hasta aquí. En medio de su habitual disipación, suelen sobrevenir algunos suaves movi mientos, ya en orden á las virtudes, Ó ya con res- peto al padecer. Con el deseo de obedecer á V. en lo que sobre mi retiro para la vida contemplativa me tiene repe- tido, había y tenía dispuesto para ayer mi viaje á
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