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504 CARTAS DEL BEaTo DrEGO ro nunca estar parado, me parece que nada hago de lo que debo, y que soy en la Iglesia de Dios un Zángano, ó un Fr. Mosca, que para nada sirve. Con sólo esto me parece que lo digo todo. Deseo que la salud de V. sea la mejor, y aun- que la mía es algo ruín desde el segundo viernes de Cuaresma, por lo que el ayuno y la abstinencia de esta se acabó desde entonces para mí; Dios me perdone. Habiendo muerto en Sevilla mi antiguo vene- rable abuelo el P. Maestro Herrera, se ha empeña- do su ejemplar hijo Filipense, el P. Quartin, á quien V. conoce por escrito, en que me he de en- cargar de su dirección. Me he negado á esta, ya por que no debo encargame de ninguna, ya porque me es imposible dar solución á los vastos y arduos ne- gocios que dirige, y ya porque hallándome penitus idiota de la mística, gravo muy gravemente mi con- ciencia en tomar á mi cargo obligaciones que co: nozco con evidencia, no “puedo desempeñar. Me sospecho que clamará á V. y siendo así, es fácil quede yo libre de un cargo para mí formidable, El librito de la Liga de la Teología con la, «., lo tengo porque me lo remitieron de Madrid; no lo he leído impreso por falta de tiempo. Me repito á la obediencia de V., le pido su san- ta bendición y me encomiendo en sus oraciones, mientras que sigo rogando á Dios me guarde su vida muchos años en su santo amor y gracia, como apetece su afectísimo menor hijo y siervo que más en Ntro. Señor Jesucristo lo ama y S. P. B. Fr, Dreco José DE CÁDIZ. A mi venerado abuelo y bendita hermana mil cosas, y para V. de las nietas, Mi P. y Sr. D. Juan José Alcover,

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