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sia a E 488 CARTAS DEL Beato DrEGO la menor ceremonia de las que usa en su rito la santa Madre Iglesia. Por lo menos quisiera y deseo decir y sentir en esto con el espíritu que lo decía la Bta. M. Sta. Teresa de Jesús (1). Parece que se nos frustra la venida de nuestro Sino. Padre á España, según el común modo de opi- nar, después que se nos aseguró como indubitable. Paciencia: ya me preparaba yo para el viaje y aun había pedido la licencia porque lo creía inevitable. He sabido que el asunto de las cédulas de que he hablado á V. varias veces, está ya en el Sacro Monte, á donde lo remití. pidiendo su. dictamen, por medio del Sr, Canónigo D. Antonio López, ve- cino de aquí y que la respuesta se le ha confiado al Sr. Abuelo. Si á V. le fuere fácil recoger esos papeles, y á nombre mío, presentarlo al Sr. Rector de la Uni- versidad, para que éste dé su parecer sobre el pun- to principal, se lo agradeceré infinito. pues no ten- go otro medio de que valerme. La de Sevilla aun no ha respondido, pero ella y el colegio mayor del Sr. Sto. Tomás están á mi favor. Voy siguiendo los baños, me parece que con alivio: bien que van acompañados de contínuos re- frescos de vinagradas y horchatas para temperar el incendio de la sangre. Deseo á V. cumplida salud como á mi venerado abuelo y bendita hermana á quienes saludo de co- razón. A la madre Clara no he podido aun contes- tarle: lo haré cuanto pueda. 1) Este párrafo merecía escribirse con letras de oro. Esas palabras escapadas al correr la pluma, son llamaradas salidas de lo profundo de su alma que revelan el fuego di- vino que lo consumía y que tanto cuidado puso siempre en ocultar. Vano empeño, toda vez que el amor y el dinero, no pueden estar ocultos.

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