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A RP re 460 CARTAS DEL Bearo DriEGO Para mi regularidad, le digo con verdad, que para mi soledad y retiro, ninguno como el de Casa res; pero de este no hablemos. Mejor sin compara- ción me estaría el de Marchena, de igual y aun de mayor observancia que el de Castillo. Mas ni en el uno, ni en el otro me conviene vivir de familia, Muchos son y poderosos, los Sreabr que tene- mos para ello pero sólo digo á V. dos. Uno la nin- guna proporción de libros para las dns que tengo entre manos, unas dimidiadas, otras principiadas y muchas en bosquejos. Las librerías de estos con- ventos, apenas pueden servir para estudiar un poco de Moral. Otro, el no haber en ellos enfermería. Sabe V. que estoy imposibilitado por mis males habituales de seguir la comunidad en los Advientos, Cuaresmas y otras temporadas que tenemos de ayu- nos; que no sólo en esto, más también en otros pun» tos de la vida comun, no puedo turnar con los de- más religiosos en estas cosas. En lo que es muy gravoso un enfermo habitual, y para este de mayor penalidad conociéndo lo que es ento. Por esto se me ha propuesto el de Sevilla no por inclinación que nunca la he tenido á vivir en él, sí porque conozco que en ningun otro convento de la Provincia hay el conjunto de circuntancias que en él para el fin que se intenta, y para ocurrir mis dos necesidades de libros, porque tiene una gran y ex- celente librería y enfermería, porque la hay de co- munidad y es una de las tres únicas que hay en la camos en su biografía el concepto, un tanto equivocado que se formó de la virtud acrisolada del Bto., razón principal de mandatos y determinaciones contrarias al modo de pensar y hasta de ser del P. Cádiz, puesto más de una vez, en horroro- sa tortura, por no estar en armonía, lo mandado por el P, Al cover con la obediencia que había profesado. Véanse las car- tas 10 Septiembre y 7 Noviembre de este año,
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